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martes, 18 de marzo de 2014

Editorial: EL ESPÍRITU AMATEUR


                                          
(Por HT)
Hace años que estoy en el hockey, con escuelas deportivas, comentando partidos o realizando estadísticas. Pero hace mucho más que estoy en el fútbol, también con escuelas deportivas, como entrenador, como Director Técnico en varios clubes y divisiones.

En este momento, estoy realizando una función de ayudante de campo en club de hockey de primera División en Damas A. La misma función que cumplí en un club de fútbol en la división superior en la Primera B Metropolitana.

En esos tiempos de fútbol, entrenábamos a la mañana, descansados, después de dormir bien y desayunar. Con el dulce olor del pasto recién cortado y con el sol bronceando nuestra piel.
En este año de hockey, las chicas entrenan por la noche, luego de pasar horas en su trabajo, en la facultad o haciendo cosas de la casa.

En el fútbol no nos preocupábamos ni por la ropa interior, de todo se encargaba el utilero. Apenas llegábamos, ya teníamos el canasto con la ropa preparada para entrenar, por supuesto la ropa de verano y la de invierno, con los buzos y camperas. Para el día de partido teníamos la vestimenta completa y ;obviamente; todo ordenado, hasta las canilleras y las vendas.

Estas muchachas, deben encargarse de su ropa diariamente, la de entrenar, la de los partidos, portan enormes bolsos con su vestimenta, con los palos. Ni hablar de las arqueras.

En el fútbol, los días de partido luego de dormir bien en los hoteles de la concentración, teníamos el almuerzo en  restaurantes y viajábamos en micro suite ejecutivo.
Las chicas se encargan de contratar un buen micro escolar, juntando peso por peso para solventarlo.

Quizás esas diferencia a favor de un deporte profesional son siderales, pero al ver diariamente el esfuerzo y la vocación de estas muchachas no dudo en destacar el verdadero espíritu deportivo que permanece en ellas.

Luego de años de poner el cuerpo, están disputando un torneo de primera división. No hay forma de que al entrar en la cancha, cada una no deje todo de sí. Es imposible pensar que no
se tiren de cabeza en cada jugada. No porque el técnico las reemplace, ni siquiera por sus compañeras, simplemente porque no se entiende otra forma jugar, luego de tantos años de sacrificios personales.

En estos tiempos de deporte mediático y globalizado, mi respeto y admiración para estas jóvenes que, como muchas otras de los demás equipos, anónimamente, brindan a diario una lección de buen deporte amateur, el que aún transita vigorosamente por sus venas.