(Por HT)
Hace años que estoy en el hockey, con escuelas deportivas, comentando partidos o realizando estadísticas. Pero hace mucho más que estoy en el fútbol, también con escuelas deportivas, como entrenador, como Director Técnico en varios clubes y divisiones.
En este
momento, estoy realizando una función de ayudante de campo en club
de hockey de primera División en Damas A. La misma función que
cumplí en un club de fútbol en la división superior en la Primera B
Metropolitana.
En esos
tiempos de fútbol, entrenábamos a la mañana, descansados, después
de dormir bien y desayunar. Con el dulce olor del pasto recién
cortado y con el sol bronceando nuestra piel.
En este
año de hockey, las chicas entrenan por la noche, luego de pasar
horas en su trabajo, en la facultad o haciendo cosas de la casa.
En el
fútbol no nos preocupábamos ni por la ropa interior, de todo se
encargaba el utilero. Apenas llegábamos, ya teníamos el canasto
con la ropa preparada para entrenar, por supuesto la ropa de verano y
la de invierno, con los buzos y camperas. Para el día de partido
teníamos la vestimenta completa y ;obviamente; todo ordenado, hasta
las canilleras y las vendas.
Estas
muchachas, deben encargarse de su ropa diariamente, la de entrenar,
la de los partidos, portan enormes bolsos con su vestimenta, con los
palos. Ni hablar de las arqueras.
En el
fútbol, los días de partido luego de dormir bien en los hoteles de
la concentración, teníamos el almuerzo en restaurantes y
viajábamos en micro suite ejecutivo.
Las
chicas se encargan de contratar un buen micro escolar, juntando peso
por peso para solventarlo.
Quizás
esas diferencia a favor de un deporte profesional son siderales, pero
al ver diariamente el esfuerzo y la vocación de estas muchachas no
dudo en destacar el verdadero espíritu deportivo que permanece en
ellas.
Luego
de años de poner el cuerpo, están disputando un torneo de primera
división. No hay forma de que al entrar en la cancha, cada una no
deje todo de sí. Es imposible pensar que no
se
tiren de cabeza en cada jugada. No porque el técnico las reemplace,
ni siquiera por sus compañeras, simplemente porque no se entiende
otra forma jugar, luego de tantos años de sacrificios personales.
En
estos tiempos de deporte mediático y globalizado, mi respeto y
admiración para estas jóvenes que, como muchas otras de los demás equipos, anónimamente, brindan a diario
una lección de buen deporte amateur, el que aún transita
vigorosamente por sus venas.